Evidentemente, la Revolución industrial influyó positivamente en muchos aspectos de nuestra vida (sobre todo, aquellos relacionados con el avance tecnológico). No cabe duda que la introducción de la máquina de vapor supuso una ayuda enorme para la elaboración de productos (se realizaban en un menor espacio de tiempo y con mayor perfección en muchos casos). No obstante, las máquinas fueron consideradas como "enemigas" por los trabajadores:
“El obrero artesano, en
general, comparte su trabajo con el maestro. Hay entre ellos relaciones de
igualdad. Algunas veces son amigos. Su trabajo, tal vez de más difícil
ejecución que el nuestro, tiene el aliciente de la variedad y el atractivo de
la aprobación de los demás. Nuestro trabajo se verifica bajo opuestas
condiciones. Metidos en cuadras donde impera una severa disciplina, parecemos
un rebaño de esclavos sujetos a la vara del señor. Colocados juno a las
máquinas, somos servidores de éstas. Desde las cinco de la mañana hasta las
siete y media de la tarde siempre hacemos lo mismo. Para nosotros, lejos de ser
el fabricante nuestro igual, es el ojo vigilante y el espía de nuestras
acciones. Nunca trabajamos bastante. Siempre descontento de nosotros, no
podemos menos de ver en él nuestro tirano.”
Escrito de un obrero
(26 de junio de 1856). Extraído de “Los hiladores de Barcelona”, en Historia de
España, Ed. Labor, Vol. VIII.
Y otros aspectos negativos, podemos observarlos en la utilización de niños como mano de obra barata y útil (por ejemplo, si se empleaba a niños para trabajar en las minas, éstos podían adentrarse con mayor facilidad en los estrechos túneles...):
"Trabajo en el pozo de
Gawber. No es muy cansado, pero trabajo sin luz y paso miedo. Voy a las cuatro
y a veces a las tres y media de la mañana, y salgo a las cinco y media de la
tarde. No me duermo nunca. A veces canto cuando hay luz, pero no en la
oscuridad, entonces no me atrevo a cantar. No me gusta estar en el pozo. Estoy
medio dormida a veces cuando voy por la mañana. Voy a escuela los domingos y
aprendo a leer. (...) Prefiero, de lejos, ir a la escuela que estar en la
mina."
Declaraciones de la niña Sarah Gooder, de ocho años de edad. Testimonio
recogido por la
Comisión Ashley para el estudio de la situación en las minas,
1842.
Con estos dos textos, sin necesidad de que os aporte nada más, os quedará claro que no todo fue positivo durante la Revolución Industrial tuvo de degradante. De hecho, podéis leer obras como Tiempos difíciles u Oliver Twist de Charles Dickens para disfrutar con la lectura de un autor tan bueno y, de paso, intentar ponerte en la piel de un joven viviendo una situación igualmente dura. Y, para terminar...una imagen vale más que mil palabras: